Su actitud a lo largo de la serie hace pensar que oculta o sabe algo, sobre todo respecto a Basco. Es un personaje que cada vez que aparece, a quien escribe estas líneas le hacia desear que dijera o hiciera algo aparte de mostrarse lacónico. En toda la serie, se pueden contar con los dedos de una mano las escenas en las que usa más de 5 palabras en la misma frase.
Su momento de no tanta gloria (más bien lo contrario) viene tras la muerte de Waltz Gil en combate contra los Gokaiger. Damaras recupera el cadáver en persona y se queda mirado el Galeón Gokai con malos ojos.
Poco después, llega Ackdos Gil en persona, y Damaras es encerrado por fallar a la hora de proteger al príncipe (aunque es evidente que este era tonto de remate y se lo busco solo). Momento en que muestra que se podía haber fugado cuando hubiera querido. No lo hizo, en mi opinión, por lealtad y ansia de venganza.
Así, busca a Basco y le fuerza a colaborar con él en la captura de los héroes. Para no alargarnos en demasía, baste decir que Basco termina por traicionarle y atravesarle de lado a lado con su espada. Insarn hace que adopte forma gigante. Pero ni siquiera el poder de Damaras es rival para el Kanzen GokaiOh. Sus últimos y patéticos intentos de acabar con los héroes son inútiles.
Es un personaje que al final, por patético que este sea (y creedme, lo es. Patético, que no malo), muestra una sinceridad poco común en los villanos. O Mejor dicho, es un “villano profesional”. Forma parte de un imperio al que se oponen los héroes. Llegan a acabar con la vida del imbécil príncipe heredero. Su deber de derrotarles acaba convirtiéndose en una cuestión de honor personal.
Es alguien que logra dejarnos con la sensación de que hay “algo más” respecto a él. Logra un carisma basado en la intriga y la dosificación de sus diálogos. Es el leal samurai que, perdido el honor, solo le queda morir en combate.
Y en la siguiente entrega, podréis conocer a una dama que más os vale no hacer enfadar.
¡Nos leemos!
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