Daimaou, o
Daimaou-sama, como se dirigen a él sus siervos. Líder de los Jamanga,
enemigo de la humanidad, príncipe del odio, emperador de todos los demonios… En
realidad es un villano muy poco activo a lo largo de la serie. En la inmensa mayoría
de sus apariciones no es más que un inmenso globo verdoso en el que se intuye
su auténtica forma. ¿Y porque está así? Eso solo se averigua en la recta final.
Sus
siervos (en realidad y sobre todo el Doctor Gusano) se empeñan en reunir energía
Minus para su renacimiento. Una energía obtenida de las emociones y
sentimientos de pena, frustración, miedo… Me gustaría contar como son las
circunstancias de su renacimiento. Porque ocurre, claro. Pero decir más seria
destruir el disfrute de un momento muy específico. Baste decir que todos tienen
lo que se merecen. Y que hay un personaje que da una lección de lealtad pocas
veces vista.
Daimaou
es, más que un personaje, el recurso en torno al cual gira la trama. Los
villanos tratan de revivirle. Los héroes, aun sin saber que lo están haciendo,
se entrometen en los planes de los Jamanga para ello. Y así semana tras semana
hasta que se llegó a la batalla final.
Si es
mencionado, es por lo dicho en el anterior párrafo. No hay mucho más que decir
salvo que cuando por fin se muestra… Bueno, es feo, muy feo. Como buen líder
demoniaco que se precie.
Y en la
próxima entrega, finalizamos con mi opinión personal sobre esta serie. Personal
y subjetiva, aviso de antemano. No faltéis.
¡Nos
leemos!
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